Ya se acaba, ya termina el año del Covid19.
Para muchos sectores económicos entre los que se encuentra mi actividad principal , ¡mi trabajo, ¡vamos! ! , el turismo, este año ha sido el año de la reinvención.
Si me permitís un desahogo, del acojone seguido del, hay que salir adelante, más una dosis importante de buena suerte o para los que creemos en Dios, de iluminación y bendición celestial.
Y ya se acaba, ya se acaba este año y comienza uno nuevo, nuevo de proyectos, ilusiones, sueños y también rutinas, los mismos miedos, las mismas piedras en las que tropezar y los mismos hombros en los que llorar.
Todo tan igual, y tan distinto.
Haciendo recuento, una especie de «remix» también puedo decir que lo peor de este año no ha sido el COVID y toda su cohorte de calamidades, lo peor sin duda ninguna han sido las pérdidas, las despedidas, el vacio de la ausencia, el sinsentido del adios, la tristeza que todo ello me ha traido, esas lágrimas consoladoras a la vez que amargas.
Y lo mejor ¡el AMOR!
*En la foto mi Labradora Retriever , Perla, en su última semana de vida, antes de dejarme para irse al cielo de los perros, el 3 de Mayo de este «dichoso» año 2020
Eres , has sido y seguiras siendo un verdadero regalo en mi vida. Estás y vives en mi corazón. Te quiero